martes, 9 de marzo de 2010

El campesino

Un campesino sembrara semillas, cuando de uno de los puñados que esparcía, algunas semillas cayeron al lado del camino, y al poco tiempo, los pajaros las comieron. Otras cayeron sobre unas piedras que tenian un poco de tierra, y germinaron, pero una vez sus raices llegaron a las piedras, se marchitaron. Algunas cayeron a una tierra con plantas espinosas y cuando crecieron, las plantas espinosas atraparon las espigas y las malograron, haciendolas inutiles. El resto de las semillas que cayeron en la tierra pura, aunque eran pocas, quedaron sanas y fructificaron.

Este campesino es un portador de sabiduria, y sus semillas, sabias palabras. Aquellas que cayeron al lado del camino y los pajaros las comieron son como las palabras que tropiezan con la oreja y no influyen en el corazon. Las que cayeron sobre las piedras y su raiz se marchitó, son como las palabras que son oidas y gustan, y dandole sentido las entiende, pero no las retiene en la memoria y no las hace suyas. Aquellas que crecieron y el espino las hizo inutiles, son como aquellas palabras que, aun oyendolas, entiendolas, y haciendolas suyas, cuando llega el momento de practicarlas, las espinas y la maleza de las pasiones y los deseos impiden aplicarlas con sabiduría, haciendolas esteriles. Toda semilla sana que fructifica es como la palabra que la inteligencia asimila y el recuerdo mantiene. Y cuando quiere llevarla a la practica, la ejecuta. Esto ocurre cuando, desde la raiz, las pasiones, deseos y virtudes inmorales se extirpan del corazon y se purifica su alma de las maldades.

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