domingo, 26 de junio de 2011

Del domingo

Hola, amigo. Creeras que solo me intereso por ti los domingos, y ni te equibocas ni estás en lo cierto. Los domingos son los días sagrados, cuando uno suelta el pitorrillo de la holla expres y "pssssssssss" libera cierta presión. Son estos días cuando giro la cabeza hacia tí te pregunto:
¿A donde vámos, amigo?
Tu al principio no me contestas, lo entiendo. Toda la semana sin hablarte, sin prestarte la más minima atención. Aveces incluso te he pillado cuestionandote tu propia existencia como un espejismo de la mía. Siento ser así contigo, pero es la única manera de que podamos coexistir.
Poco a poco, se pinta cierta timidez en tu rostro. Las ganas de mi van comiendo del orgullo. Acaban pronto de deborar toda oscuridad, y saciadas y satisfechas, me abrazan.
Entonces, y solo entonces, soy feliz.
¿Te lo puedes creer? Me ves reir y saltar constamente, y tu corazón se encoje pues no comprende como puedo hacerlo mientras tu permaneces a mi lado, en silencio, triste e ignorado. Y debes saber, amigo mío, que simplemente no lo hago. Aunque mi boca se abra y suene una carcajada, no estoi riendo. Aunque mis pies se eleven y mi cuerpo deje de ser por unos instantes esclavo del suelo, no estoi saltando.
Solo puedo reir contigo, aun con los labios sellados. Y solo puedo volar contigo, aun con los pies pegados al suelo.
Se que es dificil de comprender, se que duele e incluso se que no me crees del todo. Pero por una cosa o por otra, al final me contestas:
"A donde tu me lleves".
Entonces nos cojemos de la mano, amigo mío, y seguimos recorriendo nuestro camino.

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